miércoles, 8 de junio de 2011

Personajes (II)


Me acerqué lentamente al pequeño bar de la piscina. Parecía estar vacío, pero el contraluz producido por el sol de mediodía, que caía a plomo, y el pequeño tejadillo que cubría el chiringuito me impedía distinguir nada más allá de la barra.

Apoyé las manos con cuidado y asomé dentro la cabeza, cauteloso, esperando que la figura de Víctor surgiera de las sombras. Una voz femenina me respondió desde el fondo:

- ¿Quieres algo?

La voz era melodiosa, con un acento que no supe identificar, y su propietaria una chica rubia de unos veinte años, que salió dando dos saltitos hasta colocarse frente a mí.

- Pues venía a desayunar...

- Coge lo que quieras. - dijo con una sonrisa, mientras señalaba la mesita de madera donde se encontraba lo que podría ser el resultado de encargarle a mi abuela la preparación del buffet del desayuno. - ¿Te preparo un café con leche?

- Claro. - Contesté. Puesto que ya había visto muchas veces la mesa de desayuno de mi abuela, me quedé observando a la chica mientras preparaba el café.

No muy alta, no más de metro sesenta, la camiseta de tirantes dejaba ver un tatuaje de una mariposa negra que le cubría el hombro izquierdo y parte del homóplato destacando sobre la piel morena. Tenía ese tono de piel de quien ha pasado muchas horas al sol pero no está equipado para estar realmente moreno, por lo que permanece en un constante marrón rojizo.

Llevaba unos pantalones vaqueros que le colgaban de las caderas, cortados a la altura de las rodillas. Le quedaban grandes, dejando ver parte del bikini multicolor que llevaba debajo, pero pese a todo se intuían unas piernas fibrosas, como el resto del cuerpo. Iba descalza y una pulsera se le adivinaba entre la oscuridad, en el tobillo, por encima de unos pies pequeños que no dejaban de moverse nerviosos.

Apartó la mirada de la cafetera durante medio segundo y dirigió unos enormes y líquidos ojos grises hacia mí.

- ¿Has venido a hacer kite?

- No, yo hago windsurf... Tengo curso dentro de un rato. - Arrugó la pequeña nariz pecosa, como si el hecho de no hacer kite me colocara en una especie no domesticada.

- ¿Quieres que te prepare algo para llevarte? - Las manos se movían velozmente cogiendo una jarra de metal para calentar la leche y colocándose un mechón por detrás de la oreja. El pelo le llegaba a la altura de los hombros, y lo tenía algo húmedo, como si acabara de volver de la playa, con algunos mechones oscuros y otros dorados.

- Bueno... - Miré la carta de reojo y pedí lo primero que vi por debajo de los últimos 3 euros que podía rascar al fondo del bolsillo - Un sandwich mixto.

Me respondió con una pequeña carcajada y su sonrisa se hizo más amplia.

- Tú eres de Madrid, ¿no? - Otra vez volvió a usar ese tono melodioso.

- Si...¿por? - Me pregunté a mi mismo si mi acento sería tan evidente o es que la gente de por allí solo desayunaba agua de mar con tostadas. 

- Es que aquí nadie los llama sandwich mixtos, en mi tierra, por ejemplo los llamamos bikinis... - Se fue al fondo del puestecillo, y su silueta se perdió entre las sombras.

- Mmmmh... ¿Y tú de dónde eres? - Le pregunté a la oscuridad.

- ¿Yo? Soy de Barcelona. - Su figura volvió a aparecer, volviendo con la taza de café humeante.

- Ah, por eso tienes un acento tan raro... - Me salió sin pensar.

Ella, entre divertida y curiosa, se agachó para coger algo de un armarito y me miró desde abajo con media sonrisa pícara:

- Bueno, mezclo un poco...El acento canario me sale a "veses"... solo a "veses"...

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