miércoles, 15 de mayo de 2013

Solidaridad o inversión

Un sistema de convivencia basado en la redistribución de la riqueza (generalmente a través de impuestos) siempre, siempre, debe contener actores que aporten su riqueza y no disfruten de los servicios que el sistema proporciona, o no en la misma medida.

Es decir, que para que el sistema funcione, siempre tiene que haber personas que pongan más de lo que el sistema les da, ya sea porque se proveen de los servicios por su cuenta, sin consumir los del sistema público (sanidad privada, educación privada, transporte privado, autopistas de peaje "privadas", etc) o porque su aportación al sistema supera al gasto que realizan de lo público.

Esto es así por la razón evidente de que si cada uno consume lo mismo que aporta, el que no pueda aportar, no puede consumir.

Por supuesto, un sistema de este tipo que no garantice la igualdad de oportunidades, y que no dedique una parte de los recursos a que todo el mundo pueda mejorar y tener recursos para no necesitar la aportación del resto, es un sistema viciado, que está avocado al clientelismo y la dependencia de las subvenciones.

Llegados a este punto, uno puede estar más o menos de acuerdo con pertenecer a un estado basado en la redistribución de la riqueza, puesto que eso viene dado por el conjunto de valores personales de cada uno, pero si se está de acuerdo, hay que ser coherente.

Propuestas que intenten hacer proporcional la aportación al sistema, y el retorno recibido de este, no intentan hacer el sistema más justo, si no plantear un modelo distinto, no basado en la redistribución de la riqueza, si no basado en el concepto de inversión, donde el retorno recibido es proporcional a la inversión realizada.

En ese modelo, el estado es un lugar donde invertir y los pobres son oportunidades de inversión para los ricos. Es el modelo de los bancos cuando nos prestan dinero, o de los mercados cuando nos financian. Es un modelo donde el que tiene invierte con la esperanza (o el compromiso) de que se le devuelva proporcionalmente, aumentando su propia riqueza.

Personalmente prefiero pertenecer a un sistema como el primero, pero allá cada uno. Lo importante es que sepamos distinguir entre un sistema basado en la solidaridad, y uno basado en la inversión, y tomemos decisiones sobre las propuestas que nos hagan acordes con nuestros valores.

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