Rajoy ve "lógico y sintomático de la buena salud de las democracias" que exista "contestación social a muchas de las medidas políticas tomadas para permitir la salida de la crisis sobre bases sólidas y estables".
Curiosamente, a esta consideración sobre el pueblo se añade su negativa rotunda a cambiar ni un ápice sus políticas de austeridad, control del déficit, recortes den derechos, vuelta a la doctrina moral de los años sesenta, etc...
Si suponemos que Rajoy no piensa cambiar su modo de actuar porque debe creer que es la mejor manera de actuar, llegamos a la conclusión de que nuestro ilustre presidente del gobierno debe considerar que el pueblo es como un niño pequeño, que patalea y llora cuando el médico le pone una inyección que es buena para él pero el pobre no lo sabe, y que eso es lógico (y sintomático de la buena salud de las democracias).
Si no recuerdo mal las clases de historia, a eso se le llamaba Despotismo Ilustrado.
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