domingo, 19 de mayo de 2013

Hablar con una pared (o una tele de plasma)

Leo en El Pais una noticia sobre una participante en una manifestación de la Marea Negra, a favor de los mineros, que recibió un pelotazo de goma en el costado y se pasó 2 meses ingresada en el Hospital de La Princesa, con un neumotórax y varias vértebras fracturadas, estando en algunos momentos al borde de la muerte.

La propia noticia desmonta el prototipo de persona antisistema que recibe un golpe de la policía mientras utiliza la violencia para manifestarse (lo que no justifica el pelotazo, aunque puede atenuar la sorpresa en el alma del lector), puesto que presenta a la víctima como una jurista de 54 años, no afiliada a ningún grupo organizado, aunque simpatizante de izquierdas, que salió a la calle a aplaudir a los mineros casi al final de la protesta.

Lo que me preocupa de esta noticia ya no es que la policía se exceda en el uso de la fuerza para disolver a los manifestantes, o que se agreda a personas que nada tienen que ver con la violencia y que prácticamente pasaban por allí, lo que más me preocupa es la impunidad y el sentimiento de impotencia que genera la actuación posterior del Gobierno.

El Ministerio del Interior dice que no tiene constancia de heridos por pelota de goma, ni de ingresos en hospital de ninguno de los manifestantes, ni de que el Samur hubiera tenido que actuar sobre ninguno de los manifestantes utilizando el Soporte Vital Avanzado, pese a que existen los partes, tanto del Samur como del Hospital de La Princesa, diciendo lo contrario.

Presentada la denuncia en los Juzgados de Instrucción de Madrid, el juez acuerda el sobreseimiento de la causa, por no ser posible identificar a ninguno de los agentes de policía que efectúa el disparo de pelota de goma que impacta en la denunciante.

Es decir, el gobierno niega la realidad como si nunca hubiera ocurrido, pese a haber pruebas escandalosamente obvias en contra, y los jueces no pueden actuar contra nadie porque los agresores no van identificados.

Esto recuerda un poco a María Dolores de Cospedal hablando sobre simulaciones en diferido, a Carlos Floriano dando lecciones de legislación laboral o a nuestro ilustre presidente dando una "rueda de prensa" desde una televisión de plasma: Ocurren hechos graves, un representante del gobierno, o del Partido Popular, sale a decir una soberana gilipollez obviamente falsa o incluso sin sentido gramatical alguno, y aquí no pasa nada.

Impunidad e impotencia: Cada vez dejan menos margen para la justicia dentro del sistema.

PD: Por lo menos espero que esto sirva para que nadie piense que es una estupidez obligar a los antidisturbios a ir identificados.

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