martes, 3 de mayo de 2011

Dos mentes maravillosas

No sé cómo de auténtica es esta foto de Einstein y Gödel que he encontrado de manera accidental en la web de Pseudopodo, tomada aparentemente durante los años que compartieron en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, pero tiene algo que me ha impedido resistirme a publicarla.


En ella se ve a un Albert Einstein que debía rondar los 60 años y a un Kurt Gödel que estaba en la treintena en uno de los muchos paseos que compartieron durante su estancia en Princeton y que, según fuentes apócrifas, constituían la única motivación del primero para dirigirse al Instituto en los últimos años de su vida.

Esta foto me parece especial por varios motivos. Por un lado, muestra un lado humano, casi entrañable, de dos de los grandes genios del siglo XX, que revolucionaron la Física y la Lógica hasta el punto de demoler sus bases centenarias. Casi puedo intuir la voz del viejo maestro con aspecto de científico loco, hablando desde la experiencia con el joven repeinado y formal (en todas las acepciones de la palabra) sobre música, sobre el café del comedor del Instituto, o sobre la estructura del Universo.

También me resulta curiosa, porque es una foto que prueba que muchas veces el ansia de conocimiento está por encima de las ideologías: Albert Einstein era un alemán nacido en el seno de una familia judía, que emigró a Estados Unidos cuando los nazis se hicieron con el poder, mientras que Gödel procedía de una familia germanófila de Austria (aunque también emigró a Estados Unidos para huir del servicio militar cuando Alemania se anexionó Austria en el llamado Anschluss de 1938)

Por otra parte, y por motivos que probablemente tienen que ver con lo inescrutable y absurdo de mis circunvoluciones cerebrales, esta foto me recuerda a la época en la que leí los artículos originales sobre la Teoría de la Relatividad Especial y sobre los Teoremas de Incompletitud de Gödel (creo que los leí con una separación de pocos meses), en la que estaba en la Universidad, devorando todo aquello que caía en mis manos, y despierta algo de nostalgia por aquellos momentos, no tanto por lo vivido entonces (por suerte, creo que para muchas cosas vivo mejor que un universitario...;-P) si no por la actitud ante la vida, la curiosidad infinita por todo, la ingenuidad para afrontar algunas cosas, la esperanza en el futuro...

Joder, sólo han pasado 10 años y ya estoy hablando como un viejo... La verdad es que me queda el consuelo de saber que he invertido esta década en aprender, en crecer, en amar, en sentir, en cagarla muchas veces y en hacerlo bien unas cuantas, en leer muchos libros, conocer gente y lugares, en intentar enseñar un poco de lo aprendido... En vivir, supongo. Aunque a veces me da la impresión de volver a estar igual de perdido que entonces...

Bueno, cuando vosotros cumpláis años igual os ponéis también un poco nostálgicos... ;-)

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