Hace unos días se celebró, como cada año, el Sorteo Extraordinario de Navidad. Es un tema que daría mucho sobre lo que hablar, y quizá un día le dedique un post extenso, que hable sobre la tradición centenaria, los niños de San Ildefonso, la estadística, la Bruja de Oro o la compraventa de esperanza, que finalmente a eso se reduce todo sorteo.
Sin embargo hoy, como es costumbre, quiero fijarme en un pequeño detalle irrelevante, pero curioso, que observé durante la retransmisión del sorteo.
Una vez que el Gordo ya había salido, y el niño que lo había cantado se encontraba descansando, unos cuantos periodistas presentes en el salón de sorteos fueron directamente a entrevistarle. A la pregunta de cómo se sentía, el niño contesto algo así:
Pues estoy muy contento, porque después de unos cuantos sorteos ya tenía ganas de cantar el Gordo, y esta vez por fin lo he conseguido.
El tono, de por sí, ya suena a "son once contra once...hasta que no pita el árbitro no se acaba el partido... pero después de una sequía goleadora y mucho trabajo por fin he visto el gol" lo que debería hacernos reflexionar sobre qué tipo de personajes están tomando los niños como modelo. Pero lo realmente curioso es que da la impresión de que el chaval cree que él ha tenido algo que ver en la elección de la bola del Gordo, es decir, que cree que ha tenido algún mérito.
Probablemente puede perdonársele por el hecho de que tiene unos 10 años, y quizá no conoce las leyes de la probabilidad. Además, el hecho de que un montón de periodistas vengan a entrevistarte sin duda te puede hacer pensar que algo habrás hecho para merecer tal atención.
Más preocupado me deja que, posteriormente, un periodista preguntó a la madre del chico qué opinaba sobre el tema y la respuesta fue algo así:
Pues estoy muy orgullosa, porque ya tenía ganas... Aunque llevaba varios sorteos de Loteria Nacional, este era su primer Sorteo de Navidad.
Puedo entender que la madre esté contenta por ver a su hijo cantando en el sorteo, o contenta porque su hijo cante el Gordo si al niño le hacía ilusión, o incluso que le hiciera ilusión a ella, pero... ¿orgullosa?
Como ya he dicho antes, la función del chaval no era más que leer el numerito o el premio que sale en la bola que tiene en la mano. El hecho de que una de esas bolitas contenga el Gordo no depende de nada de lo que haga ninguno de ellos. El único mérito que pueden tener es no equivocarse leyendo los números, y eso puede ocurrir tanto si sale el Gordo como si no, por lo que deberían estar igual de orgullosas todas las madres de todos los niños de San Ildefonso que cantaran bien los números de sus tablas.
Pero en el fondo, es una madre que acaba de ver como su hijo es partícipe de algo aparentemente importante, aunque solo sea como testigo en primera linea, así que quizá se lo podemos perdonar.
Pero lo que no tiene perdón ninguno es el comentario del periodista, que le decía algo así a la orgullosa madre:
Bueno, este año entonces la carta a los reyes de Iván será un poquito mas larga, ¿no?
Es decir, que para el periodista el pobre niño también había hecho algo meritorio, merecedor sin duda de una recompensa en forma de regalos de reyes... Este periodista no era un niño de 10 años deslumbrado por los focos, ni una madre orgullosa de que su niño salga en la tele, si no un profesional contando una noticia, así que ¿por qué alimentar la idea de que el niño es protagonista de algo, cuando es meramente un testigo presencial?
Pues supongo que porque contar la noticia a secas del resultado de un sorteo, aunque sea el de Navidad, no rellena minutos ni genera audiencias, por lo que hay que buscar siempre el lado humano. Porque siempre hay que crear una historia de la noticia, y para que una historia funcione, necesita tener personajes y protagonistas, aunque haya que crearlos de la nada.
Supongo que es el mismo motivo que lleva a cerrar CNN+ para convertirlo en GH 24h: Puestos a crear noticias, nos sale más barato crearlas en un estudio cerrado que buscarlas en exteriores.