Me gusta disfrutar de esos momentos de calma que preceden a la tormenta, cuando sabes que va a ocurrir algo importante, pero ya que has hecho todo lo que podías hacer y sólo queda esperar. No sabes qué, y no sabes si será bueno o malo, pero de alguna manera sientes que estás a punto de cruzar un punto de inflexión.
A veces pienso que es en esos momentos en los que me siento más vivo, quizá porque anticipo el subidón de adrenalina, porque sé que después, en el ojo del huracán, no voy a ser capaz de darme cuenta de nada.
Quizá se deba a mi manera casi patológica de vivir en el futuro, porque es en estos momentos cuando casi lo puedo paladear, cuando está a punto de convertirse en presente, cuando uno está lleno de esperanzas.
A lo mejor se debe a un ataque de optimismo o quizá se deba a que empieza la primavera, aunque lo haga de esta manera, pasada por agua. Es poco probable que se deba a mi próximo cumpleaños, aunque nunca se sabe.
En cualquier caso: Señores, disfruten del momento, que se acaba...
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